Entrada a les mines de Corçà envoltada de vegetació, a prop d’Àger al Montsec

Las Minas de Corçà: memoria de un pasado minero en el Montsec

Entre las sierras de El Montsec y las márgenes del río Noguera Ribagorçana, se esconden los restos de un pasado industrial hoy casi olvidado: las minas de carbón de Corçà. Estas explotaciones tuvieron un papel fundamental en el desarrollo económico y social del valle de Àger durante el siglo XX, y aún hoy despiertan el interés de vecinos, historiadores y visitantes que quieren entender mejor la vida de aquellos que trabajaban entre galerías oscuras y pesadas jornadas.

Los orígenes de las minas y la explotación

La actividad minera en Corçà se remonta a antes de la Guerra Civil española, pero fue durante las décadas de los años cuarenta a sesenta cuando la explotación del carbón alcanzó su máximo esplendor. En pleno régimen franquista, y en un contexto de autarquía económica, el carbón se convertía en un recurso energético esencial para alimentar industrias y redes ferroviarias.

Las minas de Corçà producían un carbón de buena calidad, y aunque su producción no era masiva a nivel estatal, era suficientemente importante para movilizar mano de obra y generar una economía propia en torno a ellas.

Empresas explotadoras: inversiones e intereses

La explotación de las minas estaba en manos de varias empresas privadas, pero una de las figuras más destacadas fue Antonio Martínez Navarro, empresario vinculado al sector minero murciano. Martínez Navarro tenía experiencia en explotaciones de plomo en Murcia (como las minas de Mimofer), y trasladó parte de este modelo a Corçà, donde envió trabajadores de origen humilde y con poca formación técnica, conocidos como ramperos.

Este sistema de contratación ofrecía una salida laboral a jóvenes que, en muchos casos, escapaban del servicio militar obligatorio a cambio de hacer la “mili en la mina”, un fenómeno habitual en la posguerra.

Autoritats visitant les instal·lacions de les mines de Corçà durant el període d'activitat

Los trabajadores: una comunidad minera diversa

Los mineros de Corçà venían de varios puntos del territorio:

  • Vecinos locales de Corçà, Àger, Agulló y pueblos próximos.
  • Trabajadores aragoneses de los núcleos de Montfalcó, Tolva, Ciscar, Finestres, etc.
  • Mineros asturianos y murcianos, acostumbrados al trabajo duro de las galerías subterráneas.

Esta mezcla de procedencias dio lugar a una comunidad plural, cohesionada y activa socialmente. A pesar de las duras condiciones laborales, con jornadas largas y mucha humedad en las galerías, los mineros y sus familias formaron un núcleo de convivencia propio.

Se construyeron siete casas familiares, un barracón para solteros, e incluso una cantina-tienda, donde se vendían víveres y se compartían ratos de descanso. También se organizaban fiestas mayores, con música y actividades, a pesar del aislamiento del lugar.

Vivendes dels miners que treballaven a les mines de Corçà

Infraestructuras clave

Para facilitar la explotación, se abrió un camino desde Àger hasta Corçà y se construyó un puente colgante sobre el Noguera Ribagorçana, que permitía la conexión con el núcleo de Montfalcó, en la vertiente aragonesa. Estas infraestructuras no sólo servían para transportar el carbón, sino también para comunicar comunidades que, hasta entonces, vivían bastante aisladas.

Restes del pont de Montfalcó, parcialment submergit per l’embassament de Canelles

Declive y desaparición

El declive de las minas llegó a finales de los años 60 por varios motivos:

  • El agotamiento de las vetas de carbón.
  • El elevado coste de explotación.
  • El abandono progresivo de la minería en favor de otras fuentes energéticas.
  • Y sobre todo, la construcción del embalse de Canelles, que inundó parte del valle y las galerías.

Con el cierre, muchas familias se marcharon y la zona cayó en el olvido. Las edificaciones se abandonaron, los accesos se deterioraron y el legado minero quedó cubierto por el agua y el silencio.

Redescubrimiento y futuro

Las prolongadas sequías de los últimos años han hecho emerger los restos visibles de las antiguas minas de Corçà, que se pueden observar cuando el nivel del pantano de Canelles baja. Este hecho ha despertado el interés del Ayuntamiento de Àger y de entidades locales, que apuestan por conservar y señalizar estos espacios como patrimonio histórico y cultural.

El objetivo es crear una ruta interpretativa que permita revivir la historia de las minas, poner en valor el paisaje y atraer un turismo respetuoso y sensibilizado con la memoria del territorio

Dues fotos de les restes de les mines de Corçà emergides quan baixa el nivell de l’embassament de Canelles

Conclusión

Las minas de Corçà no son sólo un rastro industrial: son la huella de una generación que trabajó bajo tierra para construir un futuro posible, en condiciones muy duras pero con espíritu de comunidad. Redescubrirlas y explicar su historia es un deber con la memoria colectiva y una oportunidad para enriquecer el patrimonio cultural del valle de Àger.